La Burbuja por Carolina Rangel @carolinarangel7

 La Burbuja

Por: Carolina Rangel

@carolinarangel7

Ricardo entró a su casa un poco más temprano de lo usual, eran las 9 de la noche apenas.

Era habitual que llegara del trabajo sobre las 10 de la noche, pero ese día tenía un fuerte dolor de cabeza y se retiró temprano, se cambió de ropa y fue a la cocina a buscar un calmante, estaba aturdido con el dolor y no conseguía las pastillas. Comenzó a llamar a su esposa:


-Natalia, búscame un analgésico, por favor.

Nadie respondía. Fue al cuarto de su hija, para su sorpresa estaba a oscuras y vacío. Abrió la puerta de su hijo, nadie.

Fue al cuarto matrimonial, abrió el closet y la mitad de su esposa estaba vacía.

Lo habían dejado.

Ricardo estaba obsesionado con su negocio, lo había emprendido hacía 5 años y le costó mucho posicionarse en el mercado. Visitaba prospectos de clientes todo el día y al final de la tarde llegaba a su oficina a hacer el papeleo.

Su jornada duraba unas 14 horas de lunes a viernes, los sábados unas 6 o 7 horas más. Los domingos dormía todo el día.

Su esposa se entusiasmó al principio del proyecto, asumió los sacrificios iniciales, pagó los gastos de la casa y se alegraba de cada venta que se lograba.

La empresa comenzó a tener éxito, pero para Ricardo nada era suficiente.

Lograba una meta y quería otra, además se negaba a delegar. Así que ella comenzó a reclamarle. Se distanciaron mucho, al punto que ella dormía con su hija.


Ricardo pensaba que, llegado el día, Natalia iba a ver que él tenía razón, entonces se contentaría, le daría las gracias y serían felices, todo eso en un futuro.

-Natalia me puedes decir qué está pasando, ¿tú estás loca, chica? Ya me vas a decir que estoy desconectado, que no te presto atención.

-Ricardo, me fui de la casa hace 3 días, te diste cuenta hoy, ¿de verdad quieres discutir si estás desconectado?

Existe un mundo interior que tenemos todos, que se compone de nuestros pensamientos, sentimientos, anhelos, etcétera. Es ese espacio que solo conocemos nosotros y que no compartimos, o compartimos solo en parte.

Así como hay un mundo interior individual, hay un mundo interior de parejas.

Yo lo veo como una burbuja, en la que caben solo dos.

Allí se habla, se juega, se seduce y se comparte.

Una burbuja sana es aquella en donde cada uno se siente protegido, no hay juicios, hay lealtad, compañerismo y comunicación.

Esa burbuja de la que hablo es la esencia de la conexión.

Una pareja bien conectada se habla con la mirada, se lee la mente, se entiende así no compartan los mismos criterios, hay tolerancia, hay acuerdos y cada uno ve por los dos.

Ricardo y Natalia construyeron una buena burbuja. Allí llevó él su proyecto de negocio, lo compartieron y se convirtió en un propósito común. Hasta que él se obsesionó y Natalia comenzó a criticar.

Sin darse cuenta, en estas dos acciones, se salieron de la burbuja.

El asunto es que cada uno le pasó por encima al otro. Él descartó todas las opiniones de ella, ignorándola y ella no lo tomó en cuenta a él, desconociendo sus aspiraciones con ese negocio.

Los dos tenían razón y los dos estaban equivocados.


Pero tuvieron mucha suerte esa noche. Ricardo, sin analgésico y con el dolor de cabeza intensificado, llamó a un servicio de ambulancias.

Los paramédicos llegaron y lo trasladaron a una clínica, resultó que a Ricardo le estaba dando un ACV.

Le avisaron a su esposa, cuando Natalia llegó él estaba en terapia intensiva, arrepintiéndose de estresarse tanto, pensando que se moriría sin ver otra vez a sus hijos y a la mujer de su vida. Rogando por otra oportunidad.

Ella le pidió perdón, le dijo que no lo dejaría nunca, que lo iba a ayudar con el negocio en vez de ponerse en contra. Lloraron y se besaron, haciéndose promesas.

El ACV no tuvo consecuencias físicas permanentes para Ricardo, pero hizo que esta pareja entrara otra vez triunfante a su burbuja.


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